miércoles, 11 de abril de 2018

UNA BELLA HISTORIA



Contemos una historia que paso hace mucho tiempo. Había una madre que teniendo a su hijo en brazos le conto y le dijo:
Hijo adorado serás, pues tú Ser irradia la Luz de la Esperanza, para los iguales a ti, de tus manos saldrá el sentimiento hecho caricia, de tú mirada la sensibilidad, para despertar los corazones al sentimiento del Amor y de tus labios las palabras hechas armonía, para que los más escuchen y sean acariciados por ellas.
También te digo hijo amadísimo que serás traicionado, repudiado y llamado embaucador de masas.
Por eso hijo del alma te digo, bienvenido seas en el nombre del Padre, porque de Él fluye la vida y en ella lleva impreso el sentimiento de compartir, dar y regalar, todo lo que tú Divino Ser trae en plenitud de consciencia.
Sé que sabrás ser quien eres y que tú nombre será venerado en honor al Padre, por ello yo con todo mi Amor te digo:
Bendito seas, que tú camino este pleno de armónicas frecuencias y que tú Divino Ser, irradie la plenitud que necesita el mundo, para llegar a ser un conjunto de hermosas vibraciones, que abarquen a todo ser viviente y que el mismo Planeta este en conjunción con sus iguales. Que así sea por los tiempos Infinitos de la Eternidad. Amén.
Hoy día podemos repasar la historia con pesadumbre ya que esos hermoso deseos y acciones no han tenido el fruto deseado y los tiempos han acarreado desgracias cometidas por la imprudencencia de los hombres y mujeres que no han, hemos sabido estar en nuestro sitio constantemente y nuestros altos  y bajos nos han llevado al momento del ahora en este nuestro tiempo.
El  mismo deseo que esa madre transmitió a su hijo lo hago yo humildemente a vosotr@s mis iguales, para que entre tod@s podamos transmutar lo no conveniente para el derecho  a la vida a ese plan Vida que tanto conlleva y del que tanto depende en futuro de la especie humana y su entorno, con todo lo que eso conlleva.
Ojala que este canto a la vida sea esparcido por todo el Universo, abrazando cada partícula del Ser y que la bendición del Todo inunden los espacios del Infinito. Gracias por escuchar. Inés.

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