Juan el Bautista anuncia a Cristo no sólo con palabras, como los otros profetas,
sino especialmente con una vida análoga a la del Salvador. Nace
seis meses antes que Él; su nacimiento es vaticinado y notificado por
el ángel Gabriel, como el suyo, y causa en las montañas de Judea una
conmoción y regocijo semejantes a los que debían tener lugar poco después
en las cercanías de Belén.
El nacimiento de San Juan Bautista es un prodigio, porque no fue obstáculo
para él la ancianidad y esterilidad de Isabel, como no lo fue a María su
tan llevada i traída virginidad, porque María era virgen de Alma, no así de
cuerpo, pero por conveniencias humanas se creó a su alrededor un aura
Divina de “Virginidad como mujer” cosa que no era así, pues de su relación con
un alta cargo del Sinedrin, engendro el cuerpo de Jesús, el que sería
habitado por el grandísimo Ser de
Cristo
En vida oculta y escondida consume los treinta primeros años de su
existencia; nadie sabe de él, ni de él nos hablan los evangelistas, como
tampoco nos hablan de Jesús en aquel mismo período, en que quedan ambos
como eclipsados, cuando en realidad hicieron grandes cosas como llevar el
Amor y la palabra del Creador allí donde se encontraban, pues ya de niños
tanto el uno como el otro desarrollaban el fin que los había traído a la
Tierra, pero como siempre los escritos humanos se basan en las
conveniencias del momento y así ha sido, es y será, mientras no nos atrevamos
a decir la verdad sin ambajes ni tapujos, porque no es menos importante lo
que se cuenta por cambiar el concepto que hemos tenido durante 2000 años,
enseñanzas que nos han llevado a confusión en muchos aspectos de esta
historia, pues mucho hay para aclarar de ella, pero nos centraremos en Juan
Bautista.
A los treinta años salen ambos: uno de su retiro de Nazaret, otro de sus
soledades del Jordán; pero Juan, conforme a su oficio de Precursor, sale
antes que Jesús.
Hay quien escucha su voz como la Buena Nueva prometida, cuando en realidad
no es más que su prólogo.
Pronto se extiende el renombre de su virtud, y aumenta la veneración del
pueblo hacia él; los judíos acuden para ser bautizados, enfervorizados por
sus palabras. Mientras predica y bautiza anuncia un bautismo perfecto.
Y cuando Jesús se acerca al Jordán para ser por él bautizado, Juan no se
atreve a hacerlo. "¿Tú vienes a mí, cuando yo debería ser bautizado
por Ti?" Más Jesús insiste, y le bautiza entonces.
Encarcelado por Herodes Antipas por haberse atrevido a reprimir
y censurar su conducta y vida escandalosa, le llega la noticia de que Jesús
ha empezado su ministerio público. Jesús, por su parte, en su predicación
asegura a los judíos que entre todos los hombres de la tierra no hay un
profeta más grande que Juan.
Se ignora cuánto tiempo pasó en la cárcel. Aconteció que con
motivo de una fiesta en celebración del nacimiento de Herodes, cuando el
vino y los manjares y las danzas exaltaban a todos, Salomé, hija de
Herodías, esposa ilegítima del rey, bailó ante Herodes. Entusiasmado éste,
prometió darle cuanto pidiera, aunque fuese la mitad de su reino.
Instigada por su madre, pidió Salomé la cabeza del Bautista. Herodes, no
osando faltar a su palabra empeñada ante todos, ordenó fuese traída la
cabeza de Juan, la cual en una bandeja fue presentada,
efectivamente, a Herodías por su hija. Sus discípulos recogieron el
cuerpo del Bautista y le dieron sepultura...
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